San Martín de la Virgen del Moncayo-Robledal-Embalses del Prado-Lituénigo.gpx

by EMILIO
14.56 Km 363 m
15

Altitude

Distance
14.56 Km
Ascent
363 m
Descent
385 m
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Agradable paseo nos espera hoy. Cambiamos la dureza de la subida al Moncayo por un recorrido casi siempre por pista entre a veces robles, otras carrascas y pasando por Lituénigo junto a los embalses del Prado. Salimos de San Martín y pronto nos apartamos de la pista por un poco transitado sendero que nos aproxima al Rio Huecha. A pesar de su poco caudal, nos alegra el inicio de la jornada, pues siempre nos gusta la compañía del agua. Por eso nos detenemos en la Fuente de la Calera para llenar cantimploras y remojar el rostro como gatos mañaneros. El fácil camino discurre flanqueado por robles y algunos pinos y culebrea sin acusados desniveles. Un intenso aroma a jara nos inunda por doquier. Saludamos el almuerzo de dos empleados del INAGA que unos cientos de metros más atrás nos vigilaron desde la lejanía para calibrar nuestras intenciones. Debemos tener buena presencia y maneras porque nos devuelven el protocolario saludo con galanura y desenfado. Nos alejamos alegres al ver que han integrado el pan con tomate en sus hábitos alimentarios,. La legada a la carretera está precedida de una empinada subida que rompe la monotonía del llaneo y desembocando en los embalses con platos como ojos, miramos a todas partes asombrados de la riqueza cromática y juegos de luces que crean el agua y las imágenes que se reflejan en su superficie. Un largo descanso con la excusa de reponer fuerzas, nos permite admirarlo todo una y otra vez. Con desgana, abandonamos el lugar aligerando el paso, para recuperando lo perdido, llegar a Lituénigo. Hermosa y encantadora localidad con bellas casas de fachadas decoradas con buen gusto. Visitamos el castillo, ahora integrado en los cercanos edificios, la iglesia junto al Museo del Labrador y un amable vecino, orgulloso de su patio, nos invita a entrar, cuando lo inmortalizamos en las fotografías. Recorriendo un trecho del Sendero de los Oficios, jugamos a adivinar la siguiente ocupación. Muros, Huertos, Acequias y Colmenas, nos entretienen hasta las Carrascas monumentales, que cual gigantes agitan sus ramas por brazos como intentando capturar las aves que las sobrevuelan. Un enorme tocón nos recuerda que nada es eterno, y sorprenden las piedras que lo lastran, previniendo no ser arrastrado por el viento. De nuevo rompemos la monotonía de la pista tomando un escondido sendero que lleva al Alto de la Cruz. Unos instantes para saborear las vistas y despreciando desdeñosamente el camino señalizado, por considerarlo para turistas, tomamos la empinada senda que baja a San Martín. Jornada rica en recuerdos, colores , aromas e imágenes, que nos deja muy satisfechos, pues no siempre ha de ser subir, sudar y sufrir. Hay hueco para todo.



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